Resiliencia al cambio climático: inundaciones
Junín es un departamento ubicado en la sección pampeana de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Es el asentamiento de mayor población de la región, es surcado por varios cuerpos de agua (el Río Salado y las lagunas Mar Chiquita, Gómez y el Carpincho). Posee una población de más de 90 mil habitantes, la mayoría, asentados en el casco urbano.
Profundizando el estudio realizado en el Lab “Riesgo Residual y Resiliencia” analizamos esta localidad y su respuesta frente a los increyentes fenómenos de precipitaciones y consecuentes inundaciones bajo un marco tripartito: Exposición, Sensibilidad y Vulnerabilidad.
La vulnerabilidad puede ser definida como “el grado en el que un determinado sistema hombre-ambiente experimente un daño o impacto debido a una perturbación o amenaza”. Los factores críticos que hacen a la vulnerabilidad son el grado de exposición a los agentes agresores, la capacidad de anticiparse del sistema, es decir su adaptabilidad, y la capacidad de enfrentar los daños y recuperarse luego de transcurrido el evento, en otras palabras, su resiliencia que se encuentra ligada al concepto anterior.
En este Lab se desarrolló una metodología que permite generar las siguientes estrategias de mitigación del riesgo mediante una cadena de análisis como la que se muestra en la Figura 1, con el fin de llegar a un proceso de toma de decisiones sencillo, efectivo y consistente sobre el problema que enfrenta el territorio. El estudio se realiza a nivel de parcela ante la ocurrencia de una inundación.
Figura 1. Estrategias de mitigación de riesgo basadas en un análisis complejo de vulnerabilidad.
Como resultado del cambio climático (IPCC), las inundaciones son un problema cada vez más frecuente en la zona. Particularmente en el caso de Junín, dichos eventos no se asocian únicamente con una problemática rural sino que afecta al casco urbano de manera similar. Aún más, las políticas instauradas para mitigar los efectos de grandes eventos extremos se basa en medidas ex-post, de emergencia y alivio, sin tener en agenda a las medidas ex-ante basadas en principios de transferencia de riesgo y prevención.
Figura 2. Superficie inundada desde 1997 - 2005.
A partir de los datos recolectados para las inundaciones (Figura 2), se realizaron mapas de recurrencia de inundación empleando una función para conocer la probabilidad de ocurrencia de los extremos de precipitaciones.
Figura 3. Superficie inundada (exposición) y superficie afectada (sensibilidad) para recurrencias entre 2 y 500 años.
Entonces, partiendo de los mapas anteriores es posible generar nuevos – mapas de sensibilidad – (Figura 4) en los cuales se muestre el Índice de Sensibilidad de cada parcela para diversos períodos de recurrencia. La sensibilidad se definió como la superficie afectada relativa ponderada por el período de retorno de la afectación.
Luego, combinando los datos predefinidos, se define el Índice de Resiliencia, basado en el cálculo del cociente entre la superficie de la parcela y la unidad rentable (500Ha productivas). Este indicador permite conocer la capacidad de absorber y resistir las consecuencias de una inundación, como se ve en la Figura 5. Cuanto mayor sea la superficie productiva de la parcela, mayor será el índice y mayor será la resiliencia de ese campo.
Figura 4. Índice de Sensibilidad por parcela para el partido de Junín.
Figura 5. Índice de Resiliencia por parcela para el partido de Junín.
De esta forma, a partir de los índices anteriores es posible caracterizar la vulnerabilidad económica de cada parcela mediante el Índice de Vulnerabilidad, en el cual se tuvo en consideración la superficie no afectada y productiva de cada parcela para sucesivas recurrencias. Consecuentemente, se obtiene un mapa de vulnerabilidad como el de la Figura 6, según la recurrencia considerada.
Figura 6. Índice de Vulnerabilidad económica por parcela para el Partido de Junín.
A partir de este análisis del partido de Junín a nivel de parcelas fue posible caracterizar de forma detallada la exposición, la sensibilidad, la resiliencia y finalmente la vulnerabilidad de la zona. Esta herramienta resulta de gran utilidad para analizar y definir los impactos a largo plazo, debidos tanto al cambio climático como a las variaciones estacionales, su aplicación conllevará a una mejora en la administración de los recursos hídricos.
El análisis de vulnerabilidad resulta un pilar fundamental para la toma de decisiones. Permite conocer de forma detallada la región analizada y por consecuencia generar políticas más individualizadas que se ajusten a las necesidades particulares de los residentes del lugar. De esta forma, se podrá virar hacia una planificación focalizada en medidas ex-ante que busquen incrementar la capacidad de adaptación en lugar de paliar las consecuencias una vez ocurrido el evento.